Redefiniendo la Resiliencia al Fuego

Redefiniendo la Resiliencia al Fuego: Una Reflexión de Oeste a Este
Escrito por Juliana Rodríguez es una científica profesional de la conservación ambiental, nacida en Colombia y quien ha transitado las realidades de los incendios forestales en distintas regiones de los Estados Unidos

Fue durante mis primeros veranos en la zona de Front Range, en Colorado, en el 2013, cuando comprendí por primera vez el peso de convivir con riesgos naturales. En Manitou Springs, a lo largo del Ute Pass, las inundaciones repentinas descendían como ríos desbocados, arrasando con autos y, a veces, con vidas humanas. Años más tarde, los peligros cambiaron. La lluvia se volvió escasa, la tierra se secó y la amenaza de incendios forestales se volvió predominante. Las alertas a riesgo de incendios forestales marcaban nuestros veranos. Cuando mi esposo y yo compramos nuestra primera casa en las montañas en el 2015, construimos una chimenea al aire libre que jamás pudimos usar. Cada verano, el riesgo era demasiado alto. En reuniones comunitarias, los vecinos recordaban el incendio de Waldo Canyon del 2012 y con ansiedad se preparaban para el próximo. Limpiábamos los escombros de matorrales, participábamos en programas de trituración de residuos orgánicos, y veíamos cómo el humo llegaba desde incendios cercanos y también lejanos, como Arizona, Nuevo México, incluso California. Los veranos seguían siendo hermosos, pero el aire se volvía irrespirable. Cuando decidimos formar una familia, la pregunta se volvió urgente: ¿qué implicaría el humo para un recién nacido? En el invierno de 2022, tomamos la dolorosa decisión de marcharnos. Nos mudamos a New Bern, Carolina del Norte, un histórico pueblo costero enmarcado por ríos y bosques densos. En la costa este, esperábamos encontrar cielos más limpios, lejos de los veranos llenos de humo del oeste. Pero dos meses después de llegar, el humo de un incendio en el Bosque Nacional Croatan cubrió nuestro nuevo hogar. Durante una llamada con Coalitions & Collaboratives (COCO), compartí nuestra historia. Jonathan Bruno, director ejecutivo de COCO, fue contundente al decir: “No podemos escapar de los incendios”.

El contraste entre el paisaje y la cultura del oeste y del este ha sido cautivador. Aquí, en Carolina del Norte, estamos aprendiendo a desenvolvernos en un entorno donde los suelos fértiles y la humedad constante permiten que las especies invasoras prosperen sin control. A diferencia de Colorado y otros estados al oeste del río Misisipi, aquí la lluvia es abundante, pero, para nuestra sorpresa, también existe un riesgo inminente de incendios forestales. Las sequías, la vegetación densa, el desarrollo acelerado en la interfaz urbano-forestal y siglos de exclusión de las prácticas Indígenas de manejo del fuego han creado paisajes cada vez más vulnerables. A nivel nacional, casi 8.9 millones de acres se quemaron en Estados Unidos en 2024, un alarmante aumento del 231% respecto a 2023. Solo en noviembre, el Departamento de Bomberos de Nueva York (FDNY) respondió a 271 incendios en tan solo dos semanas en el noreste del país. Este aumento ha sido provocado por las condiciones extremas de sequía.

Pronto entendí que no estaba sola en subestimar el riesgo de incendios en la costa este. Aquí, es muy común ver a residentes quemando hojas o basura, incluso en épocas de alto riesgo. En el oeste, las advertencias de bandera roja y los pronósticos de incendios forman parte de la vida diaria; en el este, la conciencia sobre incendios forestales es casi inexistente. Sin embargo, pese a las diferencias en los ecosistemas y en el nivel de conocimiento público, una verdad se mantiene: la resiliencia comienza escuchando a quienes han cuidado estas tierras desde tiempos ancestrales: los pueblos Indígenas. En todo el país, líderes Indígenas trabajan para devolver el fuego controlado al paisaje y educar a las comunidades sobre su rol fundamental en la salud de los ecosistemas.

Nijoel McCloud Sr., miembro tribal de Big Valley Rancheria y miembro del equipo de TERA, sostiene una antorcha de goteo durante una quema cultural riparia realizada en las tierras de la Banda Hopland de los Indígenas Pomo. Fotografía de Evan-Marie Petit.
Chris McCloud, integrante tribal de Big Valley Rancheria y miembro del equipo de TERA, realiza una quema de tule en sus tierras ancestrales. Esta es una quema cultural, la primera que experimentan los tules desde el inicio de la colonización. Fotografía de Michelle Cone, cortesía de TERA.

 

En el oeste, organizaciones como Tribal EcoRestoration Alliance (TERA), en el condado de Lake, California, impulsan las prácticas Indígenas en la restauración del manejo del fuego. “Estamos presenciando un cambio de paradigma en todas las generaciones”, expresó Thea Maria Carlson, Gerente administrativa de recursos naturales en TERA. Explicó cómo, durante décadas, los habitantes del condado de Lake solo habían concebido el fuego como una amenaza. Hoy, TERA utiliza la narración de historias para cambiar esa percepción y devolver al fuego su papel regenerador, el “buen fuego” que nutre los ecosistemas y reduce la acumulación de combustibles en bosques. Como relató Nijoel McCloud Sr., miembro de la tribu Big Valley Rancheria Pomo y parte del equipo de TERA: “Las quemas prescritas se están volviendo más populares porque compartimos conocimientos y trabajamos en conjunto”. Ese intercambio de saberes crece también en el suroeste. Janeth Antillon, Gerente de Desarrollo Laboral de la organización The Semilla Project en Albuquerque, Nuevo México, destacó el creciente respeto hacia las quemas culturales, pero también las barreras persistentes a medida que las temporadas de incendios se extienden. La desconfianza y el miedo persisten, sobre todo en comunidades afectadas por desplazamientos y exclusión. “Muchas familias inmigrantes se sienten excluidas de los sistemas de emergencia debido a barreras culturales y de idioma”, comentó.

 

Participantes de TERA y del Centro de Investigación y Capacitación de Cuencas (Watershed Research and Training Center) en el curso RT-130 crean un mapa de palabras respondiendo a la pregunta: “¿Qué significa para ti el buen fuego?” Fotografía de Michelle Cone, cortesía de TERA.
 
La Foto 1 (izquierda) muestra a Patty Franklin, miembro tribal de la Banda Scotts Valley de los Indígenas Pomo, experta tejedora de cestas y miembro de la junta directiva de TERA. Entre sus numerosos reconocimientos, ha compartido una imagen de una estera de tule tejida a mano, una embarcación miniatura de tule, una canasta de tule y una canasta de mimbre (derecha). Tanto el tule como el mimbre crecen más robustos y rectos cuando se manejan con fuego, demostrando así la relación entre el fuego, las plantas y las personas. Fotografías de Evan-Marie Petit y Patty Franklin.

 

En el este, la organización Cultural Burn Association está reviviendo prácticas de fuego tradicional en las tierras de la Nación Lumbee, en Carolina del Norte. Su labor no solo devuelve el fuego a paisajes que durante mucho tiempo fueron privados de él, sino que también refuerza la resiliencia de una región marcada por la supresión del fuego y la explotación forestal industrial. A lo largo del país, los esfuerzos liderados por comunidades Indígenas, basados en la reciprocidad, el saber ancestral y el cuidado de la tierra, están transformando nuestra relación con el fuego.

Sin embargo, sanar una relación fracturada lleva tiempo, y la tierra —como la memoria— guarda cicatrices. A menudo recuerdo el incendio de Cameron Peak en 2020, que arrasó con más de 208,000 acres en Colorado. Nunca olvidaré aquella madrugada en que un resplandor rojo-anaranjado atravesaba nuestras ventanas, proyectando una luz muy intensa sobre la puerta de nuestra habitación. Era hermoso, un amanecer como nunca antes había visto. Sin embargo, espero no volver a ver una luz tan intensa reflejando tras mis ventanas.

Invito a las comunidades de todo el país a informarse sobre los riesgos de incendios forestales en sus regiones, especialmente en zonas como la costa este donde históricamente el fuego ha sido menos frecuente. Espero que lo hagamos honrando el Conocimiento Ecológico Tradicional Indígena, y que eduquemos a la próxima generación para construir una relación sana y respetuosa con el fuego.

 

Las organizaciones Tribal EcoRestoration Alliance y Cultural Burn Association son beneficiarios del Fondo Catalizador Comunitario de los Navegadores Comunitarios de COCO. The Semilla Project es un colaborador activo del desarrollo laboral mediante el programa de Navegadores Comunitarios de COCO. 

¡Obtenga más información sobre las organizaciones y proyectos mencionados, y sobre el Programa de Navegador Comunitario de COCO!

Juliana Rodríguez es una profesional con visión global y profundas raíces culturales, dedicada a conectar comunidades e impulsar cambios significativos. Nacida y criada en Bogotá, Colombia, lleva su herencia cultural con orgullo y al mismo tiempo acoge perspectivas diversas y adquiridas a través de la migración, la exploración y el servicio. Con una extensiva formación en ciencias ambientales, gestión de subvenciones y supervisión estratégica de programas, Juliana ha gestionado con éxito portafolios de subvenciones multimillonarias, garantizando el cumplimiento normativo, la asignación de recursos y el impacto en las comunidades. Se destaca en comunicación intercultural, creación y mantenimiento de relaciones, gestión participativa y promoción del acceso a recursos de manera equitativa. Más allá de su profesión, Juliana es una conectora, estratega y narradora de resiliencia. Su trayectoria, marcada por la adaptabilidad, la abogacía y el liderazgo, impulsa su compromiso con la acción colectiva y un futuro mejor, especialmente para la generación futura.
Juliana Rodríguez
Científica de Ciencias Sociales y Naturales de la Conservación Ambiental, Maestría en Liderazgo Global de la Conservación y Maestría en Gestión Ambiental.